Aunque hablemos de “un nuevo hombre”, capaz de trabajar a la par con nosotras en el cuidado de los hijos, los avances son mínimos y nos queda un largo camino por recorrer para disfrutar de los beneficios que trae la crianza compartida. La clave es una mejor política de equidad de género.
Por Carolina Palma F.
A diferencia de nuestros abuelos –e incluso de nuestros progenitores– esta generación depadres ha sido totalmente observada, criticada, exigida. Que no ayudan en casa, que no mudan, que no cooperan lo suficiente, que no son afectivos ni cercanos… Es que la entrada de la mujer al trabajo remunerado –lejos de la equidad, por cierto–provocó que exijamos cada vez más de nuestra pareja.
Además, ahora se sabe que la imagen paterna es realmente importante e influye positivamente en el desarrollo de sus hijas e hijos en áreas como la cognitiva, el rendimiento escolar, las habilidades sociales, la autoestima, entre otras características, entonces más nos preocupa.
Aunque la mayoría de las familias monoparentales se encuentran a cargo de una mujer, la última encuesta Casen confirma que 1 de 10 está a cargo de un hombre. Otras cifras relacionadas con la paternidad que llaman la atención son que, de acuerdo a la Encuesta IMAGES Paternidad, el 80% de los partos son con acompañante, en su mayoría el padre, y el 84,7% de los padres reporta que ha asistido a algún control prenatal.
En la misma encuesta se da cuenta que, por lo general, los padres creen que deben cumplir el rol de proveedor; 9 de cada 10 dice «en general tengo la mayor responsabilidad de proveer para mi familia»; 6 de cada 10 «dedico muy poco tiempo a mis hijos por motivos de trabajo»; 6 de cada 10 «mi rol en el cuidado de los niños es principalmente como ayudante». Otra arista destacable es que el 75,9% indicó que les gustaría trabajar menos si eso significara pasar más tiempo con sus niños.
¿Avance? Sí, pero no en el fondo. La madre fue por lejos el familiar que cuidó más a los hombres durante su infancia (94,4%). Mientras, 7 de cada 10 hombres (69,8%) también señalaron haber sido cuidados por su padre. Un porcentaje menor señaló a otros parientes como la abuela (10,8%) y el abuelo (7%).
Todo se confirma con un estudio realizado en Ohio, Estados Unidos, donde se asevera que seguimos siendo las que más nos preocupamos de las tareas del hogar. Cuando los niños tenían 9 meses de edad, las madres pasaron casi el 70% de su tiempo libre –es decir, cuando no estaban trabajando ni durmiendo– con su hijo, y menos del 50% de los padres hizo lo mismo.
CAMPAÑA PATERNIDAD
Hace un par de semanas se lanzó la «Campaña de Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre» (MenCare), que incluye a 26 países de América Latina, África, Asia y Europa, y cuenta con el apoyo de CulturSalud, EME y UNICEF. «Criar también es tarea de hombres» es una de las frases que busca promover la participación de los hombres en su paternidad como cuidadores con equidad de género y sin violencia, fomentando así la relación con sus hijas e hijos. Y está dirigida a todos los que son padres y/o que cuidan a niñas y niños: padres biológicos, separados, adoptivos, padrastros o sociales (abuelos, tíos y otras figuras masculinas).
Gary Barker, director internacional de la ONG Promundo y coordinador de la campaña global de Paternidad MenCare, destaca que la iniciativa se ha desarrollado a nivel mundial hace dos años, y desde un principio Chile ha participado pero ahora se oficializa con el apoyo de agencias como UNICEF. «Se busca valorizar la participación de los hombres en el cuidado, en las tareas diarias domésticas y en la salud de todos los miembros de la familia. Además de crear las bases para iniciativas que promuevan la participación en visitas prenatales y en promover las políticas públicas que favorezcan el cuidado con equidad de género», dice.
Dentro de este marco conversamos con Francisco Aguayo, sicólogo de la Universidad Católica, investigador en paternidades y masculinidades, y coordinador de la campaña (www.campanapaternidad.org), quien reconoce que se habla mucho de la paternidad 2.0, de un nuevo padre, pero esta aseveración es bastante discutible. «En el panorama global, mirando 8 países y más de 15 mil hombres, es que todavía tenemos un orden de género muy tradicional –en familias de pareja heterosexuales– donde gran parte de las tareas de cuidado la tienen las mujeres. También hay hombres que ayudan y existe un segmento que lo hacen sólo ellos, pero es menor».
Vale aclarar que en situaciones donde el rol es complementario, es decir, donde él trae el pan a la casa y la mujer se queda al cuidado de los hijos, ahí se espera que la madre se preocupe más, pero en la encuesta el 40% de las parejas trabajaban, y ahí todavía la mujer se hace mucho más cargo del cuidado.
Al parecer se debería a la falta de políticas de igualdad de sueldo, mejores condiciones de trabajo, junto con barreras culturales, sociales y hasta institucionales. Por ejemplo, cuando trabajadores de un centro de salud no los hacen pasar o se dirigen principalmente a las madres para cualquier tema. «También se sabe que son ustedes quienes se hacen cargo mayormente de niñas, niños, de ancianas y de personas dependientes. Hay hombres que cuidan, pero se trata de números menores y se da más cuando están cesantes, los fines de semana, etcétera», dice el sicólogo.
Seguramente argumentarás que tu pareja sí coopera con las labores de la casa, pero los especialistas creen que no realmente. «Los hombres lo que más hacen es jugar con los hijos. Juegan un poco y sienten que cumplieron con su cuota. Pero hay que mirar todo el repertorio de acciones de cuidado que hay que resolver en un hogar. Ahí falta mucho camino por recorrer».
OK. Surge la idea de que es obvio que nosotras nos sintamos más cerca de los pequeños, más capacitadas para cuidarlos, si los llevarlos 9 meses en nuestro vientre o damos lactancia, pero no sería completamente cierto. Algunas líneas de estudios creen que estos resultados se darían porque niños y niñas son sociabilizados muy temprano en tareas supuestamente «propias del género». Así se promueve que ellas se queden en la casa y que ellos salgan a la calle. Esto tiene enormes consecuencias, como que nosotras nos dediquemos más a las tareas domésticas. Por otra parte, algunos estudios analizan los procesos biológicos de los hombres cuando cuidan, y efectivamente hay mayor producción de oxitocina.
¿NUESTRO NORTE?
Esta no es una misión nueva; en el mundo se ha luchado por conseguir que los padres se integren, y se ha logrado. Francisco Aguayo cuenta que el cuidado de los niños en países más desarrollados, como Suecia o Noruega, es de 60% de las mujeres y 40% de los hombres. El cambio se provocó gracias al desarrollo por más de 30 años de políticas de equidad de género, como postnatales masculinos más largos y aumento de las política de igualdad de salario.
«Ahora sabemos que el sistema alternativo que ofrece nuestro país, donde la madre puede renunciar a su postnatal para que el padre se haga cargo, mientras está en periodo de lactancia, resulta muy poco; de hecho, sólo el 0,2% de los casos lo han tomado. Un postnatal exitoso para los padres es un postnatal exclusivo, obligatorio, idealmente para después de los cinco meses y medio. Así ella vuelve a trabajar, y él se hace cargo todo el día. Logra invertir los roles, y los estudios aseguran que así ellos entienden lo que significa cuidar un bebé y hacer las cosas de la casa», opina el experto.
Los beneficios son considerables, como que disminuye la tasa de divorcios porque existe mayor bienestar en las familias, aumenta la salud mental, los niños salen mejor en la escala de desarrollo porque tienen más cuidadores de calidad. También el especialista recalca que muchos quieren ser buenos padres, pero no hay una oferta de campañas, talleres, para que puedan aprender más habilidades.
«La política de que ellos entren al parto ha sido modelo a nivel latinoamericano, y los hombres han confirmado que esa experiencia fue importante en el vínculo con su hijo. Ahora se necesitan otras políticas, porque sí participan en el parto y en la ecografía, pero necesitamos que lo hagan en los controles de salud, porque ahí van poco, sólo alrededor de un 15%. ¿Por qué? Porque hay más mujeres en la casa, las barreras del trabajo de los hombres que no los dejan salir y los horarios son difíciles».
Y la verdad es que al parecer ellos se sienten presionados, tanto por cumplir como proveedores, como pareja, sexualmente, como padres, y al tener menos formas de expresión que nosotras, o no estar acostumbrados a tomar talleres que los motiven, se vuelve más difícil. «Ocurre que los hombres al principio muestran mucho interés en las tareas de los niños, están en el parto, tienen cinco días para estar con ellos. Al principio participan mucho, pero encuentra dificultades porque la madre le dice que no haga tal cosa, la pareja copa todas las tareas, entonces se van alejando de a poco». Así que se requiere mucha educación en hombres y mujeres para cambiar esta dinámica, políticas de género, campañas e instalar nuevos argumentos. Por ejemplo, cuando una pareja participa más en tareas domésticas, disfrutan de mejor vida sexual y mayor calidad de vida en pareja.
APOYO PATERNO
El 39% de los que no estuvieron presentes en el parto fue «porque tuvo que trabajar».
El 18,6% porque no le permitieron entrar a la sala de parto.
El 84,7% de los padres reconoce que ha asistido a algún control prenatal.
El 29,1% reporta asistir a todos los controles prenatales.