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martes, 20 de octubre de 2015
Por Claudia Guzmán V.
Reportaje
El Mercurio
Apenas el 0,2% de los hombres que tenían la posibilidad de tomarse algunas semanas de posnatal para cuidar a sus hijos recién nacidos optaron por hacerlo, desde la promulgación de la ley en 2011. El desconocimiento de la norma, barreras culturales, económicas, laborales y de diseño legal ayudan a explicar por qué el 99,8% de esos padres lo rechazó.
Ernesto Ottone, ministro de Cultura, se entusiasma al recordar los nueve meses de su vida que estuvo dedicado solamente a ser papá.
-Día por medio iba a tomar desayuno a una librería donde tenían un café, y siempre, como a las 11 de la mañana se despertaba la guagua, y yo le hacía su mamadera y después salíamos con él en coche a pasear. Íbamos mucho al zoológico, a los museos o tomábamos el tren para ir por tres días a Praga -cuenta hoy instalado en su despacho, que mira hacia el cemento de Ahumada y Alameda, en el centro de Santiago.
Entonces, corría el año 2000, Ottone vivía en Alemania, donde su ex señora cursaba un doctorado y él, como ciudadano europeo, tuvo derecho a ejercer el cuidado de su hijo Liam, que nació allá.
Liam le entregó a sus padres el derecho de ejercer uno de los permisos posnatales más ejemplares y equitativos del mundo, uno que a la distancia -a bastante distancia- inspiró el que se implantó en Chile hace cuatro años, con fines tan concretos como prolongar la lactancia hasta los seis meses de vida, bajar las licencias por enfermedad del niño menor de un año y, también, favorecer la corresponsabilidad, haciendo que este derecho posnatal ampliado de la madre trabajadora -que sumó 12 semanas a las 12 semanas anteriores- pudiese ser traspasado al padre durante las últimas 6 semanas del descanso.
-Allá cuando nace un niño tanto la madre como el padre pueden elegir dedicarse al cuidado por nueve meses. En esa época el Estado me pagaba unos 600 euros por dedicarme a él. Mi ex señora estudiaba, y dejó de dar pecho al mes, entonces, decidimos que el cuidado lo asumiría yo. Lo habíamos decidido incluso antes de partir. Cuando supimos que ella estaba embarazada yo opté por pedir un año sin goce de sueldo en mi trabajo, sabiendo que para que ella pudiera sacar su doctorado a mí me iba a tocar hacerme cargo de Liam. Y fue lo mejor que me pudo pasar.
Como Ottone, en Chile hay pocos padres con experiencias para comparar. Desde que surgió la ley del nuevo Permiso Posnatal Parental, en octubre de 2011, han nacido 382 mil niños cuyas madres se acogieron al descanso de 6 meses. Sin embargo, solo en 953 casos ellas decidieron ceder semanas del cuidado al papá.
Que sólo el 0,2% de los potenciales beneficiados haga uso del traspaso no es sorpresa para Francisco Aguayo, psicólogo e investigador en paternidades.
-Este no es un posnatal que promueva la paternidad del hombre -afirma-. Cuando diseñas así una licencia parental, la tendencia es a que lo tome principalmente la madre, más aún si el período de descanso coincide con el de lactancia. Para fomentar realmente la corresponsabilidad, que los hombres entren a compartir el cuidado, la crianza y las tareas domésticas, hay que plantear un buen posnatal masculino de cuota, un período exclusivo para el padre que no sea transferible, sino que un derecho del hombre que si no se ejerce se pierde. Si partiéramos con eso por un mes, lograríamos el cambio social de países como Alemania.
Según los datos de Aguayo, en esos países también había un bajo uso del posnatal masculino cuando éste era un derecho transferido por la mujer. Pero, afirma, tras los cambios legales que dieron una cuota de tiempo exclusiva al padre, la tasa de ocupación de posnatales masculinos subió hasta 80%, gracias al incentivo estatal de la paternidad. Hoy en Alemania se otorgan dos meses adicionales de cuidado posnatal del niño si es que son tomados por el padre.
Desde su experiencia, el ministro Ottone no solo destaca cómo en Alemania mujeres y hombres pueden alternar el derecho a posnatal, sino que también recuerda cómo la histórica ciudad de Berlín parecía adaptada para que los padres pudieran deambular llevando a sus hijos en coche en el metro, en los buses o en el tren. En Alemania, ver padres solos paseando coches es una postal habitual.
-Cuando regresamos a Chile el coche no cabía ni por las puertas de los locales del comercio -recuerda quien hoy se declara padre de 5 niños. Su primera experiencia de paternidad fue el hijastro que acogió en su primer matrimonio y que hoy tiene 23 años; luego vino Liam, hoy de 15 años; y de su unión más reciente llegaron las «pitufas» Clara, de 8 años, Matilde, de 4, y Laura, de solo 1 año y dos meses de edad.
-De verdad, a mí me sorprende cuando me preguntan cómo es tomarse un posnatal… Para mí es lo más natural. La generación de mi papá nunca cambió un pañal en su vida, y yo, que recibí a mi hijastro de 11 meses, siento que he cambiado pañales, preparado mudas, mamaderas y bolsos de guagua toda mi vida -dice y se larga reír.
La sonrisa se le borra, eso sí, cuando compara las expectativas que se frustraron cuando le tocó ser padre en esta sociedad.
-Cuando salió la nueva ley de posnatal a mí me violentó, porque creo que los papás también tienen derecho a tomar la decisión (de quién va cuidar al hijo). Acá es un derecho de la madre que se traspasa, solo por algunas semanas, al padre. Con mis hijas apenas me pude tomar los 5 días legales a que tiene derecho el hombre, pero eso alcanza para hacer trámites de registro civil y clínica, nada más. Con ellas no pude tener tiempo solo, generar las rutinas que sí tuve con Liam.
-¿Si tuviera un hijo hoy, le pediría a la mamá que le traspasara semanas del posnatal a usted?
Ottone se detiene y con una sonrisa que suena a imposible, aterriza con ironía en el problema de fondo:
-¿Tú crees que podría decirle a la Presidenta que me voy de posnatal? -dice y luego compara-. Ha habido ministras en gobiernos anteriores que tuvieron sus hijos y se tomaron el posnatal, y nadie discute eso. Pero ¿qué pasaría si un ministro decidiera tomarse el posnatal? Saldría toda la sociedad chilena, te lo doy firmado, a decir «qué gallo más fresco. O sea, tiene un sueldo y el Estado le tiene que pagar para no trabajar…». Cuando la mujer se queda en el hogar cuidando a su hijo, nadie duda de que hace un trabajo enorme, porque en el caso de ella no se piensa que es dejar de trabajar, sino que asumir su función histórica. Entonces, por mucho que la sociedad avance en el discurso, en la práctica sigue siendo una sociedad machista.
Brechas laborales
El informe «Corresponsabilidad de los cuidadores y autonomía económica de las mujeres», elaborado este año para la Cepal por Carina Lupica, Máster en Economía y Políticas Públicas, aborda las lecciones aprendidas del permiso posnatal parental en Chile en estos años. Tras analizar estudios y cifras oficiales, también destaca la contradicción que existe entre los «nuevos discursos» y las «viejas prácticas» en los roles de cuidado de mujeres y hombres.
Para la economista, las resistencias al cambio están dadas por la persistencia del modelo cultural del hombre proveedor y el diseño de un mercado laboral estructurado sobre la idea de biparentalidad -familias con padre y madre presentes-, donde el trabajo remunerado es favorecido para los hombres y el no remunerado, está asociado a la mujer.
El ministro Ottone lo tiene claro. Dice que lo que él hizo en Alemania, jamás lo podría haber hecho acá.
-En esa época era más joven. Estaba armando mi carrera, entonces no es lo mismo que se tome el posnatal una persona que está empezando o una que está en un momento peak -dice Ottone, pero luego reflexiona y retruca: «Bueno, a las madres se les pide eso… Entonces, también es injusto desde ahí. Hay mamás que quedan embarazadas justo cuando están a punto de ascender a otro cargo y, sin embargo, ellas no tienen opción de tomárselo o no».
Luego, el ministro ataca otro argumento crítico que frena a los hombres en Chile de tomar el posnatal:
-Acá las brechas salariales son tan grandes entre el hombre y la mujer, que con los topes que existen hay parejas que no podrían mantener el nivel de vida que tienen. Acá las mujeres pueden ganar la mitad de lo que ganan sus parejas, haciendo funciones igual de importantes.
Los datos que maneja la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso) muestran el claro impacto de las diferencias económicas entre hombres y mujeres. Si bien el subsidio que da el Estado a quienes hacen uso del posnatal se calcula sobre el sueldo bruto y tiene un tope de 72,3 UF al mes (cerca de 1 millón 800 mil pesos), las cifras objetivas muestran que los padres que han accedido al traspaso son aquellos que pertenecen a los sectores de menores ingresos.
-Nosotros esperábamos que este permiso fuera ocupado mayoritariamente por profesionales jóvenes, porque pensábamos que ellos reflejarían el cambio generacional y cultural -cuenta la intendenta Romy Schmidt-, pero la evidencia nos muestra que quienes lo han usado mayoritariamente, en el 54%, son hombres que ganan hasta 400 mil pesos.
Los cuadros estadísticos que maneja la Suseso revelan más datos interesantes. Por ejemplo, que cuando el hombre y la mujer ganan exactamente el mismo sueldo, el traspaso de permiso posnatal es mayor. Y eso, paradójicamente, se nota tanto entre quienes ganan poco (entre 200 y 400 mil pesos) y entre quienes ganan más (entre 1 millón 600 y un millón 800 mil). Es decir, en condiciones de equidad económica, la equidad de roles se favorece en forma natural.
También se favorece la economía. Para la subsecretaria de Economía, Katia Trusich, que lidera el Consejo Consultivo de Género, órgano asesor público-privado que busca acciones para impulsar una mayor participación de la mujer en la economía, la corresponsabilidad es una línea de trabajo que quieren desarrollar. Y, aunque en las dos reuniones que hasta ahora han sostenido, no ha aparecido el tema del posnatal masculino, no deja de valorar el instrumento.
-(El traspaso de la madre al padre) contribuye a que la mujer se pueda reincorporar a su trabajo antes y a una mayor participación del hombre en el cuidado de los menores desde sus inicios, fortaleciendo la corresponsabilidad -dice. Y coincide con el diagnóstico de la Cepal: «Las cifras de hombres que han hecho uso de su posnatal son bajas pero las barreras (en el mundo laboral) no son estructurales, sino de orden cultural y apuntan a los estereotipos y roles establecidos para hombres y mujeres en la sociedad.
Tal como graficaba desde su experiencia el ministro Ottone, Trusich se hace cargo del impacto que esos estereotipos tienen en la brecha salarial:
-Los problemas de los topes de ingresos y las brechas de género son una realidad. En las diferencias de los salarios debemos seguir trabajando.
Romy Schmidt, desde la Suseso, también cree que tener más hombres al cuidado de los hijos en el período posnatal ayudaría a bajar las barreras de entrada de la mujer al mundo laboral:
-El costo hoy día del Permiso Posnatal Parental, en términos de tener que reemplazar a un trabajador, está casi totalitariamente en el empleador de la madre. Pero si eso se distribuye también al empleador del padre, esto probablemente bajaría las barreras de acceso a las mujeres al mundo laboral, porque el empleador ya no discriminaría: la misma «pérdida» que tiene que hacer por una mujer la tendría que hacer por un hombre cuando sea padre. Y eso ayudaría no solo al mercado laboral, sino que también a tener una mirada totalmente distinta de la sociedad.
Rigidez de la norma
La baja tasa en el uso del posnatal masculino tiene un efecto perverso: no se puede estudiar exhaustivamente cuál es su real impacto y, por lo tanto, escasamente se puede proponer una modificación que lo vaya a mejorar.
Así lo dice Romy Schmidt, quien cree que el instrumento podría ser perfeccionado, pero sólo en la medida en que existiera una demanda ciudadana que justificara un cambio legal o, más a largo plazo, una agenda de gobierno que impulsara su difusión y mayor implementación. Pero, nuevamente, la escasa utilización es un pálido estímulo para su potenciación.
Por vías paralelas, en todo caso, ya se dan señales concretas de la posibilidad de corrección de la norma que aparece en el Código del Trabajo, en el artículo 197 bis.
Según datos de la Dirección del Trabajo en estos cuatro años solo se han presentado 10 denuncias de padres a los que les fue negado la posibilidad de hacer uso de la transferencia del permiso de las madres. Chistian Melis, director del Trabajo, explica:
-Creemos que las bajas cifras son consecuencia de una escasa denuncia, y esto puede explicarse porque se trata de una ley de reciente aplicación con un uso proporcionalmente bajo todavía de los trabajadores hombres.
A la falta de difusión y a la novedad, se agrega otro elemento que desincentiva el uso: la rigidez de la norma.
En su informe para la Cepal, la economista Carina Lupica dice: «Aunque el derecho está establecido a favor de la madre y del padre, este último está sujeto a la voluntad de la trabajadora», apunta.
En la práctica, para que el hombre pueda hacer uso de sus semanas de posnatal, se debe enviar una carta certificada a ambos empleadores, con copia a la Dirección del Trabajo, 30 días antes de que comience a regir el período que se quiere traspasar.
Las implicancias de la rigidez del diseño fueron abordadas por la tesista de derecho de la Universidad de Chile María Jesús Gormaz.
En su escrito, destaca casos de denuncias de funcionarios públicos que llegaron hasta la Contraloría y que muestran, por ejemplo, que la norma no permite al hombre elegir si tomará sus semanas de posnatal en jornada completa o parcial, cosa que sí hace la mujer. Según la norma, él debe ajustarse a la decisión que tomó ella meses antes de transferírselo a él.
Rigideces como esa, dice Romy Schmidt, no tienen justificación práctica.
-Porque el costo del subsidio se calcula sobre el sueldo base o sobre la mitad de él. Operativamente no tendría importancia -teoriza-. Pero tampoco tenemos esa conclusión con meridiana certeza. Ojalá tuviéramos varias mamás y varios papás demandando esto, pero mientras el uso todavía sea anecdótico, pensar en cambiarlo es más difícil.
«¿crees que podría decirle a la Presidenta que me voy de posnatal? (…) Saldría toda la sociedad chilena a decir «qué gallo más fresco», señala el ministro Ernesto Ottone
«Ojalá tuviéramos varias mamás y papás pidiendo esto, pero mientras el uso todavía sea anecdótico, pensar en cambiarlo es más difícil», dice Romy Schmidt.
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